Por:
Fernando-x
Arteaga
La luz del sol se llena con tus palabras doradas,
que son como pétalos de lluvia sabor canela
sobre el verdemar de ilusiones casi tan necias.
La sal del mar se ha convertido en dulce miel
y las abejas vuelan hacia aquel destino afable
esperando construir un hogar venturosamente infinito
en aquella sal que figura ser miel.
Así yo viajo con ellas al encuentro de tu mar,
con tu luz cual pétalos de lluvia serena,
en busca de la flagrante ambrosía,
que bajo una solitaria estrella de mar
estará esperándonos
para ser un solo ser
y se convertirá en el manto
que envuelva nuestros cuerpos al amarnos,
entre corales casi muertos.
Es fácil descubrir las palabras del silencio;
el tiempo ya lo ha descubierto,
es como mirar tus ojos y hablar con ellos,
y solo tus manos con las mías entienden
cuanto nuestras células se necesitan ardorosamente.
Cada epidermis de nuestras palabras refulgentes
se juntan para construir el tornasol del amor.
Amor entre cielo y nubes.
Amor entre tierra y flores.
Entre palabras escondidas
que solo el aire lo entiende.
Mi voz de amor ha desaparecido rápidamente
en las orillas de tu cuerpo sabor de cristal,
y solo quiero amarte eternamente
porque eres tu mi perdurable necesidad:
así como el mar necesita a la arena,
como el frío a las montañas,
como el azul al cielo,
como el blanco a las nubes,
como el verde a los prados,
como el rojo al fuego,
como la piel a mi cuerpo,
como tu voz a tus labios,
como tu mirada a tus ojos,
te necesito así.
Los matices del universo nos abrigan;
los astros del cielo son cual ángeles de Dios
en el venerable y vasto espacio sideral.
Cometas y estrellas de amor nos regala cada amanecer
y tus sueños viajaran en el con los míos
para morir en esta eternidad del amor.
Te amo como nunca un hombre ha amado a otro ser.
Del poemario "Soledad"
Año: 2010
Año: 2010