Por: Fernando-x Arteaga
Trocó
mi epíreo su casi eterno atlante
y
las cúpulas rusas que asían mi corazón,
en
metamorfosis fueron ya de aristas, de vaída y de cañón.
Su
fresca sonrisa se convirtió en el baldaquino de mi corazón;
sus
labios construyeron el arquitrabe de mis estelas,
el
friso de mi brío, la cornisa de mi amor.
Un
arco conopial en carpanel,
resguardó
el volverme a enamorar
de
una sonrisa que mía será quimérico.
Aquella
sonrisa es el atrio de mis venturas,
el
friso de mis molduras, el stipeps de mi patibulum,
la
soberbia de las locuras de mi cuerpo en unum.
Que
fresca sonrisa alberga el cielo de su rostro,
pero
impío mi corazón porque no es mía,
porque
es un navío, un neblí de otra luz, de otra gloria;
demulcente
que cuando estoy contiguamente a su sabor,
sus
labios se alejan por ser yo.
Su
sonrisa un safari de enternecimientos empalma mi mundo con el suyo,
que
embuste cavilar que el albor de sus labios pueda ser relativo a mi,
que
embuste su confinidad, que embuste el amor a una sonrisa fresca
que
eleva una profunda amistad.
Del
poemario: Amanecer Amar
Año:
2008