Por: Fernando-x Arteaga
pendíamos de la
tierra como curva del rayo de Zeus
y abrazábamos
los agujeros negros
en el confín de la colisión de nuestras miradas,
transpuestas al
lúgubre vacío astral.
Un hálito de él
,
taciturno entre galaxias colosas,
prolijo en el escudo de mis nubes
pero
gallardo cerca de mí letificó mis estelas en el cielo,
signo levítico
de sus ojos,
de un pegazo sideral en la tenuidad del universo.
Lluvia de
cometas entre nuestras armaduras,
sutiles al
zodiaco de nuestras caricias
que cual estrellas fugaces,
inhiben su
aparición para ser el letargo del amor.
Declive de
asteroides, ría feraz sobre dos almas,
sobre dos órbitas inmunes,
entre Venus,
Júpiter, Saturno o Vulcano
o Andrómeda o Atenea o Afrodita,
la pradera de
nuestro adarve,
inhibición sobre ella al
volar.
Él , mi otro
yo, el yo de géminis,
es el melgo del signo de los astros,
quien me ama en
la frigidez de la tenuidad,
sobre el
espacio, sobre el pasaje que deliberamos emprender,
fulgurante,
lúgubre, estelífero, de dos, inhibido al cosmos.
Que la luna sea
nuestro reparo y su luz nuestro custodio
porque como
luna el amor, como amor nuestros pasos;
naufragarán los
planetas entre nosotros
pero no
arrebataremos la órbita de nuestra vida,
la inhibición de la libertad.
Doblegar la
gloria jamás, moriremos en un diván,
aguardando el agraz de nuestra corta
permanencia
junto a la estrella de mis noches,
junto a ella mi eterno amor,
aína inhibición.
Del poemario: "Amanecer Amar"
Año: 2008